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domingo, 6 de mayo de 2012

EL CALIFA Y SUS SUBDITOS.

El mundo musulmán era una sociedad teocrática, puesto que en ella el poder político y el religioso se concentraban en la persona del califa, cuya dignidad equivalía a la suma de las dos grandes dignidades del orbe cristiano, el papa, máximo dirigente espiritual, y el emperador, cabeza del poder temporal.
Súbditos:
- El hayib o chambelán, quien dirigía la casa real y los principales organismos de la administración.
- El visir, un ministro de segundo orden.
- La cancillería era el organismo que expedía los documentos oficiales de al-Andalus.
- La hacienda se basaba en los ingresos que recibía de los súbditos, consistentes en la limosna que entregaban los musulmanes y en los tributos impuestos a las minorías cristiana (mozárabe y judía ).
- La justicia era administrada por el cadí, magistrado que debía conocer a fondo los principios religiosos del islam y poseer a la vez altas cualidades morales. El cadí gozaba de una autoridad moral tan elevada que incluso podía reprender a los califas por su conducta.


   Desde el punto de vista territorial, al-Andalus estaba dividido en las coras, entidades administrativas en cierto modo equivalentes a las actuales provincias.
En tiempos de Abderramán III, al-Andalus contaba con 36 coras, aparte de la propia de la ciudad de Córdoba. Cada cora tenía un valí o gobernador.
Las zonas fronterizas con los núcleos cristianos del norte de la Península estaban organizadas en tres marcas: Superior, Media e Inferior, cuyos centros administrativos eran las ciudades de Zaragoza, Toledo y Mérida, respectivamente.
Al frente de cada ciudad de al-Andalus había un zalmedina o prefecto, bajo cuya autoridad se hallaban otros funcionarios menores, entre los que se contaba el zabazoque, encargado de vigilar el buen comportamiento en el mercado o zoco.


La población de al-Andalus era muy variada. La mayoría la constituían los musulmanes, buena parte de los cuales descendía de los antiguos habitantes cristianos de la Hispania visigoda que habían abrazado el islam, sin duda por las ventas económicas que ello les suponía; a éstos se les llamaba "muladíes" o renegados. Había también importantes minorías de cristianos, denominados mozárabes, y de hebreos, y en la época califal predominó la tolerancia entre las tres religiones.


texto de Julio Valdeón.
Revista HISTORIA National Geographic.