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lunes, 14 de mayo de 2012

Según la tradición, en el año 844, el monarca astur Ramiro I, harto de ver a su pequeño reino subyugado por los musulmanes e indignado por tener que pagarles el humillante tributo anual de las " cien doncellas ", decidió levantarse en armas contra el todopoderoso emirato omeya de Córdoba, gobernado por Abderramán III... Una vez superado el efecto sorpresa de la rebelión cristiana, la reacción de los musulmanes no tardó en llegar, hasta tal punto que Ramiro tuvo que refugiarse con sus diezmadas mesnadas en Clavijo, un collado cercano a Nájera. Rodeados por unos enemigos que les multiplicaban en número y casi exhaustos tras la dura batalla, sólo la noche salvó a los cristianos de la aniquilación; pero fue entonces cuando el apóstol Santiago se apareció en sueños al monarca y le prometió que a la mañana siguiente él mismo bajaría a luchar a su lado. 
Al grito , cuando la batalla había comenzado, de "Dios, ayuda y Santiago ", el buen apostol, fiel a su palabra, compareció a lomos de un caballo blanco y con su deslumbrante espada desbarató a los musulmanes, a los que causó innumerables pérdidas. Desde ese momento los cristianos empezaron a venerarle como el bienaventurado " Santiago Matamoros ".



Tributo de las cien doncellas

El tributo de las cien doncellas es un tópico historiográfico de la Reconquista. 
Tanto si su existencia fue real como si se limitó a lo legendario o mítico,1 
representaba el reconocimiento de la supremacía del Emirato de Córdoba sobre el reino 
de Asturias, entre finales del siglo VIII y mediados del siglo IX; 
así como el cambio de situación posterior en beneficio del reino cristiano, 
expandido con el nombre dereino de León.
En el año 783, Mauregato (hijo bastardo de Alfonso I de Asturias) toma el trono asturiano con
 la ayuda de Abderramán I, con quien se compromete al pago del tributo de las cien doncellas 
por su colaboración. En el año 788, los condes Don Arias y Don Oveco se rebelaron contra
 el rey Mauregato y lo mataron como venganza de haber otorgado a los moros tal tributo.
 El rey Bermudo I, su sucesor, quiere acabar con el tributo, sustituyéndolo por un pago en 
dinero. A Bermudo le sucede Alfonso II el Casto (791–842), quien rechaza 
también el tributo en dinero, y entra en batalla con los moros para evitar su pago, venciendo 
en la batalla de Lutos y matando al capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.
Posteriormente Abderramán II, en tiempos del rey Ramiro I de Asturias, se atreve a pedir 
de nuevo el tributo de las cien doncellas. Este, hallándose en una situación de debilidad, y tras
 reunir a sus consejeros, accede de nuevo al pago del tributo. Con el tributo vigente de nuevo,
 se da el hecho/leyenda de que, los de Simancas, entregan las siete doncellas que les 
corresponden, con las manos cortadas. Como consecuencia de este hecho, los cristianos 
habrían salido a pelear con los moros, dándose la mítica batalla de Clavijo, en la que el propio
 apóstol Santiago habría participado. El ejército moro es vencido, y desaparece el tributo de 
las cien doncellas. Como agradecimiento, Ramiro I habría instaurado el voto de Santiago, 
que efectivamente se cobró por la Iglesia hasta 1812, a pesar de que el hecho de la batalla es
 probablemente un mito que sólo se recogió documentalmente desde la Crónica del obispo
 Jiménez de Rada en el siglo XIII.

Voto de Santiago

Voto de Santiago es el nombre del compromiso que se adquirió por los cristianos de los 
reinos de Asturias, Galicia, León y Castilla por la victoria en la mítica batalla de Clavijo, en la 
que el propio apóstol Santiago habría intervenido físicamente en su favor en un momento de 
particular peligro, cambiando la suerte que parecía decidida a favor de los musulmanes.

Las particulares circunstancias que rodean a la batalla, entre las que hay que añadir el que 
gracias a la victoria el reino asturiano dejó de pagar el anual Tributo de las cien Doncellas 
al emirato de Córdoba, habrían motivado que el rey Ramiro I de Asturias, en Calahorra, 
hubiera concedido solemnemente el Voto de Santiago, con el que se ofrecería cada año a su
 iglesia de Santiago las primeras cosechas y vendimias, y como a un caballero más, se 
repartiría a Santiago una parte del botín que se tomara a los moros. Este Voto de Santiago se 
renovó e institucionalizó como ofrenda nacional en 1643 para el día de su fiesta, el 25 de julio, 
conFelipe IV de España. La iconografía del Santiago Matamoros, montado en un caballo 
blanco que arrolla a un sarraceno y blandiendo una espada, se perpetuó en la pintura y 
escultura española, estando presente sobre todo en las iglesias de la ruta jacobea.
El compromiso consistía, en lo material, en el pago de un impuesto que debían pagar, 
incrementando lo ya debido a la iglesia en concepto de diezmos y primicias, en un diezmo más

de cereal cuyo beneficiario sería el arzobispado de Santiago, todos los campesinos de un 
territorio gigantesco que comprendía desde Galicia hasta la Rioja. Espiritualmente, Santiago 
quedaba convertido en santo patrón de España, calidad que se le sigue reconociendo 
anualmente, con un acto religioso en la catedral de Santiago de Compostela, a la que acude 
incluso hoy en día el rey de España o alguien en su nombre (suelen hacerlo el presidente de la
comunidad autónoma de Galicia, un ministro...).
La memoria de la batalla realmente sólo aparece en la crónica del obispo Rodrigo Jiménez de 
Rada De rebus Hispaniae (Cronicón de las cosas sucedidas en España), también conocida como
 Historia gothica o Crónica del toledano, en la que se describe la historia de la península ibérica
 hasta 1243. En la Edad Media, se intentó "hacerle la competencia" por otras instancias 
eclesiásticas: Gonzalo de Berceo reclamaba para San Millán de la Cogolla el copatronazgo y 
las mismas condiciones económicas, por haber intervenido también en la batalla.
La batalla habría tenido lugar supuestamente en el denominado "Campo de la Matanza" en las
 cercanías de Clavijo (La Rioja) el 23 de mayo del año 844. La verdad del hecho es discutida 
desde antiguo por la crítica histórica. Gregorio Mayáns y Francisco Cerdá y Rico, en el 
siglo XVIII, dejaron claro que pertenecía al campo de la fantasía, como los plomos del 
Sacromonte o los cronicones del Padre Higuera, lo que les causó no pocos problemas.
 Las Cortes de Cádiz abolieron el voto en 1812, junto con los privilegios del Antiguo Régimen, 
y en plena Guerra Civil Española (que comenzó el 18 de julio de 1936, siete días antes de la 
fiesta de Santiago), Francisco Franco lo reinstauró, sólo con las consecuencias simbólicas que
 se continúan hoy en día.
En cualquier caso la batalla de Clavijo también supuso la creación del Antiguo e Ilustre Solar 
de Tejada y la concesión de sus privilegios y escudo que han sobrevivido hasta nuestros días, 
siendo reconocidos por todos los jefes de Estado desde los Reyes Católicos (en 1491) hasta 
Juan Carlos I (en 1981).

Información recogida desde wikipedia y revista HISTORIA. National Geographic.