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viernes, 19 de octubre de 2012

Abderraman II : Semblanza y familia.


Semblanza del Emir
Ibn Idhari nos dejó este retrato de Abderramán II:
...era muy moreno y de nariz aguileña. Tenía los ojos grandes y negros y marcadas ojeras. Era alto y corpulento y tenía muy acentuado el surco nasogeniano del labio superior, donde se separan los bigotes. Su barba era muy larga, y mucho uso del henné y del ketem.
Ramón Menéndez Pidal dice de él:
...Este príncipe, si exceptuamos a su descendiente al-Hakam II, fue desde luego el más culto de todos los emires hispano-omeyas. Fue muy dado a la literatura, a la filosofía, a las ciencias, a la música y, sobre todo, a la poesía, pues tenía gran facilidad para componer versos. Sentía interés por las ciencias ocultas, la astrología y la interpretación de sueños. Escribió un libro titulado Anales de al-Andalus. Después de consolidar su poder, se dedicó a sus placeres sin freno alguno.
Familia e hijos
El emir Abderramán era perdidamente mujeriego. Nunca tomaba a ninguna mujer que no fuese virgen aunque superase en hermosura y excelencia a las mujeres de su época, siendo excesivos su gusto, inclinación y entrega a ellas, así como el número en que las tuvo y la pasión de que las hizo objeto. Tenía varias favoritas entre sus concubinas, las cuales dominaron su corazón y conquistaron su pasión. La casi proverbial capacidad amatoria tuvo como resultado una amplia prole, que las fuentes cifran con admiración en la extraordinaria cantidad de 87 hijos, 45 de ellos varones.
Su pasión fue su esposa Al-Sifá,  incluso decían que hasta la muerte de ésta vivió una autentica luna de miel con ella... Cuando todavía Abderramán no era emir, acompañaba a su esposo a luchar contra los cristianos en nombre de su padre Alhakem I , pero una de las veces que le acompañaba ella enfermó gravemente. Viéndola así envió a sus eunucos de confianza para que la trasladaban a Córdoba con sumo cuidado, cuando pasando por Toledo murió en el valle Monte alegre y allí fue enterrada. Le dejó un hijo Muhammad ,que le sucedería con el nombre de Mohamed I.
Fue una etapa muy dura para el Emir pero fue una concubina de nombre Tarub la que conquistó de nuevo su corazón. Tarub significa hechizo, nombre que le dio por parecer hechizado por ella. Era muy bella y lo sedujo de tal manera, que éste contaba con su aprobación de todo lo que se tratara referente al harén.
El Emir pasaba noches enteras con la hermosa concubina, e incluso llegó a ser envidiada por las demás ya que empezó a ejercer cierta influencia personal sobre él...
A  Tarub le obsequió con un fabuloso collar de perlas llamado el Dragón . Había pertenecido a Zobeida, la esposa de Harún al-Rashid ( califa de la dinastía abasí de Bagdad ) . Lo había comprado por diez mil dinares por el nacimiento de su hijo Abdallah, cosa que pareció excesiva a uno de sus visires más allegados.
 Cuando Abderramán II, ya enfermo, se vio obligado a decidir a su sucesor, las conspiraciones cortesanas estaban a la orden del día.
Tarub era una mujer muy ambiciosa y jamás se iba a conformar con ser solo la favorita del Emir, sobre todo desde que le dio un hijo varón... Tenía que llegar a ser la madre del próximo Emir y haría lo que hiciera falta para ello.
Intentó por todos los medios que Abderramán eligiera a su hijo como sucesor e impedía que Mohamed se acercara a él con el convencimiento de que si no veía a su heredero, tal vez se encariñara con su hijo.
Intrigó en el harén hasta convencer al eunuco principal de que había que envenenar tanto al Emir como a su primogénito heredero.
Idearon servirle una copa con un veneno diciéndole que era una nueva bebida medicinal…
Sin embargo, Abderramán fue prevenido a tiempo y obligó a Nasr a beber ante toda la corte el veneno que el traidor le había ofrecido como una supuesta bebida.
El Emir al observar la copa dijo:
- Bebe esta copa Nasr, por que en verdad quiero admirar los prodigios de esta medicina.
Dudó el eunuco pero la mirada del soberano le redujo a la obediencia. Los ministros escucharon las duras palabras del rey.
- Allá sobre vosotros, porque ciertamente el proceder de Nasr se ha hecho odioso a los ojos del todo lo puede.
Nasr abandono precipitadamente la sala en busca de un médico que administrara el antídoto necesario. Acudió en su auxilio Alí al-Ruyum que lo encontró acostado sobre su vientre.
El médico hizo presión con sus manos sobre sus pies pero el eunuco no sintió en su piel la fuerza ejercida. Observó el endurecimiento de sus músculos y finalmente el eunuco hijo de cristiano, encargado del harén, confidente y fiel ejecutor de las órdenes de la favorita Tarub murió revolviéndose de dolor..
Según las crónicas árabes, Tarub no sufrió ningún castigo, y de hecho volvió a intentar sin éxito obtener la sucesión para su hijo durante los últimos momentos de la larga enfermedad del Emir.

Cuentan otras crónicas, que el Emir hizo levantar ante la puerta de su dormitorio un muro hecho con sacos de monedas de oro que se derramaran a los pies de la concubina Tarub cuando ella quisiera abrir la puerta y entrar en sus aposentos. Ya que ella misma organizó la primera conspiración pretendiendo que fuera su hijo Abdallá, un joven al parecer de carácter débil y vicioso, el sucesor del Emir.
Pero fue el astuto Muhammad, el hijo de Al- Sifá, quien disfrazado con los vestidos de la nieta favorita de Abderramán II, el que entró en sus habitaciones la noche de antes de su muerte y consiguió ser nombrado Emir, y como testigos del nombramiento estuvieron los eunucos que dieron fe de ello.

Tras la muerte de Abderramán II, el 22 de septiembre de 852, sería su primogénito, Muhammad, quien rezara la oración fúnebre en la tumba del Alcázar de los Omeyas.
Nada más se sabe de las hijas ni del hijo de Tarub, tampoco de su suerte al morir Abderramán, ni de los días finales de esta mujer que luchó por ser madre de reyes y conspiró por cumplir su objetivo sin ningún éxito.