Seguidores

miércoles, 31 de octubre de 2012

La lucha de los francos, la amenaza vascona y Musa ben Qasi.

En 828, Abd al-Rahman II, posiblemente de acuerdo con un noble de origen godo, Aizón, decidió hacer una expedición contra los dominios francos de la Marcha Hispánica, con la vista puesta en Barcelona. Aizón había estado preso en Aquisgrán, de donde consiguió fugarse y estuvo fomentando la rebelión contra los francos en las regiones montañosas pirenaicas. Ubayd Allah sitió Barcelona, pero la resistencia tenaz de su defensor, el conde y marqués Bernardo, impidió que se pudiera tomar la ciudad, lo mismo que le sucedió con Gerona. Asoló todos aquellos territorios, pero no hubo más.
Todavía se enviaron otras dos expediciones a las posesiones de los francos en España, pero sólo lograron botín y cautivos, sin que cayese en poder musulmán ninguna plaza importante. Parece que se negoció una tregua entre Abd al Rahman y Carlos el Calvo, pues según la cronica franca, en 847, el rey franco recibió a dos embajadores cordobeses llegados a la corte para hacer la paz y concertar un tratado.

En la primera mitad del S. IX, los vascones que habitaban las tierras que formarían el futuro reino de Navarra, al norte del valle del Ebro, se iban perfilando como una pequeña monarquía. De aquellas tribus dispersas no se tiene muchas noticias, aparte de su actuación contra Carlomagno en Roscesvalles, y la expulsión de su capital, Pamplona, del gobernador musulmán en 789. El rey histórico navarro es  García Iñiguez, hijo de Iñigo Arista, éste casi un personaje legendario, Los comienzos de la dinastía vascona parece que se vieron favorecidos por la actitud de uno de los señores musulmanes más poderosos del momento en la Marca Superior, Musa ben Musa ben Qasi, hermano del último gobernador de Pamplona.  Musa había permanecido fiel a los omeyas en cuyo nombre había realizado fructíferas operaciones contra Vasconia y el territorio de Álava. Este Musa era hijo de Musa ben Fortún ben Qasi, cuya viuda se había casado en segundas nupcias, con Iñigo Arista, del que tuvo un hijo, Fortún Iñiguez.

En 842, Musa ben Musa residía en Tudela como gobernador y participó con las tropas de  Ubay Allah en una aceifa contra Álava. Al regreso de la expedición, un oficial, quizás celoso del buen papel desempeñado por Musa, le hizo reproches injustos y le humilló. Musa, ya en Tudela, se declaró en guerra abierta contra Córdoba, atacando a los territorios omeyas. Abd al-Rahman reaccionó enviando tropas contra el rebelde y éste a su vez, pidió ayuda a su pariente García Iñiguez.
El general omeya, Harith ben Bazi, se enfrentó con las tropas de ambos cerca de Balma, donde fue herido, perdió un ojo y cayó prisionero. Abd al-Rahman en los años 842, 843 y 844, envió expediciones de castigo contra Musa, pero sólo se logró una sumisión pasajera del sublevado.

En 843, el propio emir dirigió una columna que se enfrentó con las tropas de Musa, las del rey García Iñiguez y las de Fortún Iñiguez. El encuentro fue desastroso para éstos. Fortún Iñiguez murió y su cabeza se envió a Córdoba exhibiéndose ante el populacho; el rey García y su hijo Galindo, heridos; Musa se salvó huyendo y muchos señores vascones tuvieron que pedir el amán ( solicitud de perdón ) a Abd al-Rahmán.
Al año siguiente fue el principe Muhammad el que atacó Tudela y en julio Musa envió proposiciones de sumisión que el emir aceptó. Musa ben Musa recibió el gobierno de Tudela, pero enviando rehenes que garantizasen su fidelidad. Todo parecía marchar bien, e incluso Musa fue llamado a Córdoba, a donde acudió, para repeler el ataque de los piratas normandos, pero tres años después, el muladí estaba, de nuevo, en pie de guerra. Sin estorbo de Córdoba fue consolidando un principado que fue extendiendo en los 15 años anteriores a su muerte.