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jueves, 29 de noviembre de 2012

Final de Abd al-Rahman II.

   Durante el reinado de este emir, al-Andalus tomó verdadera importancia como estado independiente y como reino. Estableció relaciones con Bizancio, fue un buen organizador de la estructura gubernamental, enriqueció al país, acuñó moneda y creó talleres en los que se tejían suntuosas telas, reforzó el ejército y dotó a la marina de guerra de nuevas unidades.
   Pero además, fue un gran constructor, que hizo levantar las murallas de Sevilla, la ciudad de Murcia, modificó el Alcázar cordobés, la mezquita mayor de Jaén, oratorios en Córdoba y amplió la mezquita mayor de esta ciudad, haciéndola más grande y más bella.
 
   A su corte, pagado fastuosamente por el emir, llegó ZIRYAB, cantor de la corte de Bagdad, y del gran califa Harun al- Rashid. Su fama se extendió por todo el mundo musulmán, convirtiéndose en un personaje que se ganó un puesto en la historia. Aunque su especialidad era la música, se convirtió en el árbitro de la elegancia aportando innovaciones a la sociedad de aquellos momentos, que aún perduran. Zirbay enseñó a los cordobeses las más exquisitas recetas de la cocina bagdadí y el orden en que debían servirse los platos, primero las sopas, después las carnes y, por último, los postres y los dulces. Las copas pasaron a ser de vidrio en lugar de metal, como hasta entonces.
Abrió un instituto de belleza en Córdoba, donde se podía aprender a peinarse, depilarse, a usar afeites, a usar dentífricos...Estableció un calendario de moda, de manera que en invierno se vistiese de colores oscuros, con pellizas enguatadas y abrigos de piel, y en primavera y verano, la vestimenta fuese de colores claros y telas sutiles y vaporosas. Con él cambiaron los muebles, la cocina y los trajes. Bastantes siglos después su nombre todavía se citaba cuando aparecía una nueva moda en los salones de la Península.

   Abd al-Rahman II se rodeó de una gran cantidad de sabios, literatos, poetas, filósofos y astrólogos, que no faltaban nunca junto a un emir o un califa. Entre ellos destacan Abbas ben Frinas y Yahya al-Gazal. El primero, ocultista y prestidigitador. Sirviéndose de instrumentos inventados por él descubrió la fórmula de la fabricación del cristal y fue un precursor de la aviación. El segundo, apodado el-Gazal, por su belleza y esbeltez era un poeta de palabra hiriente y muy temido, famoso por sus réplicas ingeniosas y por su avaricia, pues fue capaz, cuando fue a Bizancio como embajador, de pedir joyas a la emperatriz Teodora para sus hijas.

   En los últimos años de su reinado parece que se urdió una conjura contra el emir, tramada por la umm walad, o princesa madre, Tarub y el eunuco Nasr. Deseaba Tarub que su hijo fuese nombrado sucesor y como el emir no se decidía, pensaron en envenenarlo y envenenar al presunto heredero, para cumplir sus própositos. Pidieron un tósigo a un médico muy famoso que acababa de llegar a Córdoba, Harrán.
Este no se atrevió a negárselo, pero avisó a otra de las concubinas reales de lo que se tramaba. Avisado Abd al-Rahman II, cuando el eunuco Nasr le presentó el brebaje que, supuestamente iba a curar al emir de un cierto malestar, éste le invitó a que fuera él, Nasr, el que lo tomase. Así lo hizo, ante el temor de verse descubierto y corrió a buscar el antídoto. Pero la nueva pócima no resultó y  Nasr murió envenenado con su propia medicina. Tarub, sin embargo, no fue castigada.

   Dos años después de estos hechos, el 22 de septiembre de 852 moría, de repente ABD AL-RAHMAN II. No se sabe si fue víctima de otra intriga palaciega, pero Tarub hizo todo lo posible, con ayuda de otros dos fieles eunucos, para que su hijo subiese al trono. No se atrevieron a dar este paso, y aquella misma noche buscaron al príncipe MUHAMMAD y lo instalaron en palacio. Al día siguiente, Córdoba se enteró, a la vez, de la muerte del emir de que Muhammad era el sucesor.
El reino de Abd al-Rahman II puede calificarse de glorioso. Durante treinta años al-Andalus prosperó y se gozó de una relativa tranquilidad, al tiempo que se consolidaba como un estado islámico importante.

Libro AL-ANDALUS de Concha Masiá.