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miércoles, 31 de octubre de 2012

La lucha de los francos, la amenaza vascona y Musa ben Qasi.

En 828, Abd al-Rahman II, posiblemente de acuerdo con un noble de origen godo, Aizón, decidió hacer una expedición contra los dominios francos de la Marcha Hispánica, con la vista puesta en Barcelona. Aizón había estado preso en Aquisgrán, de donde consiguió fugarse y estuvo fomentando la rebelión contra los francos en las regiones montañosas pirenaicas. Ubayd Allah sitió Barcelona, pero la resistencia tenaz de su defensor, el conde y marqués Bernardo, impidió que se pudiera tomar la ciudad, lo mismo que le sucedió con Gerona. Asoló todos aquellos territorios, pero no hubo más.
Todavía se enviaron otras dos expediciones a las posesiones de los francos en España, pero sólo lograron botín y cautivos, sin que cayese en poder musulmán ninguna plaza importante. Parece que se negoció una tregua entre Abd al Rahman y Carlos el Calvo, pues según la cronica franca, en 847, el rey franco recibió a dos embajadores cordobeses llegados a la corte para hacer la paz y concertar un tratado.

En la primera mitad del S. IX, los vascones que habitaban las tierras que formarían el futuro reino de Navarra, al norte del valle del Ebro, se iban perfilando como una pequeña monarquía. De aquellas tribus dispersas no se tiene muchas noticias, aparte de su actuación contra Carlomagno en Roscesvalles, y la expulsión de su capital, Pamplona, del gobernador musulmán en 789. El rey histórico navarro es  García Iñiguez, hijo de Iñigo Arista, éste casi un personaje legendario, Los comienzos de la dinastía vascona parece que se vieron favorecidos por la actitud de uno de los señores musulmanes más poderosos del momento en la Marca Superior, Musa ben Musa ben Qasi, hermano del último gobernador de Pamplona.  Musa había permanecido fiel a los omeyas en cuyo nombre había realizado fructíferas operaciones contra Vasconia y el territorio de Álava. Este Musa era hijo de Musa ben Fortún ben Qasi, cuya viuda se había casado en segundas nupcias, con Iñigo Arista, del que tuvo un hijo, Fortún Iñiguez.

En 842, Musa ben Musa residía en Tudela como gobernador y participó con las tropas de  Ubay Allah en una aceifa contra Álava. Al regreso de la expedición, un oficial, quizás celoso del buen papel desempeñado por Musa, le hizo reproches injustos y le humilló. Musa, ya en Tudela, se declaró en guerra abierta contra Córdoba, atacando a los territorios omeyas. Abd al-Rahman reaccionó enviando tropas contra el rebelde y éste a su vez, pidió ayuda a su pariente García Iñiguez.
El general omeya, Harith ben Bazi, se enfrentó con las tropas de ambos cerca de Balma, donde fue herido, perdió un ojo y cayó prisionero. Abd al-Rahman en los años 842, 843 y 844, envió expediciones de castigo contra Musa, pero sólo se logró una sumisión pasajera del sublevado.

En 843, el propio emir dirigió una columna que se enfrentó con las tropas de Musa, las del rey García Iñiguez y las de Fortún Iñiguez. El encuentro fue desastroso para éstos. Fortún Iñiguez murió y su cabeza se envió a Córdoba exhibiéndose ante el populacho; el rey García y su hijo Galindo, heridos; Musa se salvó huyendo y muchos señores vascones tuvieron que pedir el amán ( solicitud de perdón ) a Abd al-Rahmán.
Al año siguiente fue el principe Muhammad el que atacó Tudela y en julio Musa envió proposiciones de sumisión que el emir aceptó. Musa ben Musa recibió el gobierno de Tudela, pero enviando rehenes que garantizasen su fidelidad. Todo parecía marchar bien, e incluso Musa fue llamado a Córdoba, a donde acudió, para repeler el ataque de los piratas normandos, pero tres años después, el muladí estaba, de nuevo, en pie de guerra. Sin estorbo de Córdoba fue consolidando un principado que fue extendiendo en los 15 años anteriores a su muerte.

lunes, 29 de octubre de 2012

Ziryab y el canto andalusí.



Ziryab, "El mirlo"

La música era otra de las enseñanzas que se impartían en La Mezquita de Córdoba donde el famoso músico Ziryab fundó el primer conservatorio del mundo islámico en la madraza e introdujo los cantos árabes conocidos como nubas. Sus innovaciones musicales tuvieron también una fuerte influencia. Introdujo en Hispania las melodías orientales de origen grecopersa que serían la base de buena parte de las músicas tradicionales posteriores de al menos una parte de la Península Ibérica.

Abu l-Hasan Ali ibn Nafi` el Mirlo Negro, Ziryab, nació en Bagdad en el año 789. El sobrenombre le venía debido a que tanto el color de su piel como su bella voz recordaban a un pájaro cantor de plumaje negro, el mirlo, en árabe zyriab.

En su ciudad natal fue alumno del músico Isaac al Mawsulf, el predilecto del califa Harun al-Rashind, famoso gracias a los cuentos de “Las mil y una noches”. Los progresos de Zyriab en manos de este músico fueron tales que su técnica y su gracia natural dejaron pronto atrás al maestro y, según cuenta la historia, en una de las demostraciones de su arte que hizo ante el califa, osó presentarse con un laúd de su invención, con cinco cuerdas y no con las cuatro habituales ante entonces y el plectro con que las taño fue una garra de águila y no con una púa de madera como las que se tocaban en ese momento. El sonido de su instrumento y el de su melodiosa voz hicieron que Haun al Rashind sintiera con su música algo superior a lo que había oído nunca. Tanto le gusto que le pidió que volviera el otro día a palacio para seguir deleitándose con ella. Esto no sucedió ya que su maestro lo que sintió fue indignación y, posiblemente, envidia. En palabras del historiador, Dozy, Isaac al Mawsulf le dijo que “no tendría el menor escrúpulo” en matarlo.

Zyriab, entonces, optó por el destierro. La perfección de su música lo condenaba a una vida de apátrida, y así anduvo deambulando durante años por ciudades de Siria y del norte de África, viviendo en El Cairo y cruzando los desiertos de Egipto y Libia, hasta establecerse en Qayrawan y componiendo nuevas melodías que, según el, le dictaban los ángeles.
 En esta ciudad tuvo noticias del esplendor de Córdoba ya que “habían oído hablar de él y quería conocer aquella voz que no se parecía a la de nadie y aquellas canciones dictadas por los ángeles”.

Con gran emoción se apresuró a emprender viaje hacia la capital de Al-Ándalus, cruzando el mar y llegando a Algeciras en mayo del 822 cuando contaba con 33 años de edad. Por fin podría establecerse en una ciudad en donde su arte y su saber fueran apreciados. Pero de nuevo pareció que su mala suerte regresaba y que debería volver tras sus pasos: nada más desembarcar supo que Alhaken I acababa de morir. La persona que tantas cosas le había prometido ya no gobernaba en Córdoba, y se encontraba solo, en un lugar que nada le decía y en el que no conocía a nadie. Así que se dispuso a esperar un barco que lo devolviera al norte de Africa. Mientras aguardaba, supo que alguien preguntaba por él. Era un músico judío Abu Nasr Mansur, que había llegado justo a tiempo al puerto de Algeciras para comunicarle que Abderramán II, el hijo del fallecido le esperaba en su corte. Ahora sí, los años de peregrinación de Zyriab parecían que habían concluido.
Tanto el músico como el emir tenían aproximadamente la misma edad y casi los mismos gustos: la música y los libros ya que el placer de la guerra no existía en el gobernante y que poseía una gran sensualidad, dándole incluso una blandura de carácter.

El teólogo cristiano Eulogio, coetáneo de ellos llegaría a escribir de Abderramán que, a Córdoba “la ha sublimado con honores y ha extendido su fama por doquier, la ha enriquecido sobremanera y la ha convertido en un paraíso terrenal”.

Esa es la Córdoba que conoció Zyriab, en la que entabló una verdadera amistad con el emir, que durante casi treinta años y de la que ya nunca quiso marcharse, agradeciendo a su suerte el no haberse quedado en Bagdad. Ni allí ni en Bizancio se había apreciado ni pagado tanto a un músico y nada más llegar se le ofreció palacio y servidumbre, “sueldo mensual de 200 monedas de oro y mil mas en cada una de las fiestas canónicas y quinientas en San Juan y otras quinientas en año nuevo, además de 200 sextarios de cebada o cien de trigo, y el usufructo de varias alquerías en la campiña de Córdoba”. Abderramán estaba seguro de que en ningún lugar del mundo existía una voz como la de Zyriab.

Enseñó a los señores de Córdoba que los vasos de cristal eran más apropiados para degustar el vino que las pesadas copas de oro, y que los platos de un banquete no deberían probarse en un grosero desorden, sino obedeciendo a una grabación ritual que comenzaba en las sopas y los entremeses, seguía con los pescados y luego con las carnes y concluía con los golosos postres de los obradores de palacio y las diminutas copas de licor.
 Les enseñó a deleitarse con el sabor de los espárragos trigueros, que ellos ignoraban, aunque sus tallos crecían espontáneamente en Al-Andalus, y con guisos de habas tiernas. Legó a la ciudad el plato que lleva su nombre “ziriabi” o asado de habas saladas.

Dictaminó que desde mayo a septiembre convenía vestirse de blanco, y que los tejidos oscuros y las capas de pieles debían reservarse para los meses de invierno. Les enseñó el gusto por el cuidado del cabello, la manicura y la limpieza y la suavidad de la piel, llegando a fundar un instituto de belleza además, por supuesto, de una escuela de música. También fue el que introdujo el juego del ajedrez en Al-Andalus.

Algunas costumbres y supersticiones persas que vinieron con él todavía perduran: el juego del polo, el temor a los antojos de las embarazadas, la certidumbre de que los niños que juegan con fuego se orinan en la cama y que ingerir rabos de pasa es bueno para la memoria, el miedo a los espejos rotos y al número trece.

Y todas estas cosas que hoy nos parecen tan conocidas y naturales nos las trajo un músico.
 Zyriab creó las primeras escuelas de canto, desarrollando un método de educación vocal que establecía fases de vocalización, frase, declamación y lírica. Añadió una quinta cuerda al ´ud ( coincidiendo con las especulaciones de Al kindi ) e introdujo la pluma de ave para tañerlo. Sus enseñanzas sobre música e instrumentos tendrían gran influencia sobre sus contemporáneos cristianos.

Pero la máxima aportación de este personaje a la música árabe fue la creación de la nawba, una especie de suite clásica ( vocal e instrumental ) que englobaba influencias cristianas, judías y bereberes, con el clasicismo oriental como base. Esta expresión se abrió paso hasta Oriente conservándose hoy como la wasla o suite clásica oriental de origen andalusí. De ella hablaremos en nuestro apartado de música culta, pues es una expresión que se conserva en nuestros días en el Magreb.

Fuentes:
 Córdoba de los Omeyas. Antonio Muñoz Molina

sábado, 27 de octubre de 2012

Cuentos de Damasco. La paloma y el cálamo


Erase una vez en Damasco, en aquellos días lejanos cuando reinaba la paz. Se cuenta,  que el hijo del jardinero del palacio Azem encontró una paloma enferma, casi inmóvil en un parterre del jardín.
Agachándose, la acaricia y pregunta:
“¿Qué te ocurre?”

- “Estoy enferma  - responde la paloma - de miedo por el futuro que he visto, enferma de muerte por el sufrimiento y dolor que se cernirán sobre esta tierra”.

“¿No puedo curarte?”

- “Nada ni nadie puede curar el horror de la visión, nada más puedo decirte.
-  El futuro a los humanos se les revela sólo a su tiempo.
-  No obstante déjame cumplir con mi misión ya que me queda poco tiempo”.
“Escucha”:
“Arranca y toma para ti una pluma,
de mi pecho, junto al corazón,
la pluma tornasolada, verde. azulada.
Y mis ojos, serán tus ojos,
mis alas, tu dirección,
mi pluma, tu cálamo
mi vuelo, tu inspiración”
-  “Se me ha encargado revelarte – continuó la paloma -  que tu misión en la vida será la búsqueda y la lucha por la paz”.

-  “Pero… ¿Qué puedo hacer yo?  Desde mi nacimiento vivo entre estos altos muros mi señor, el gobernador, me cuida y sustenta, raras veces salgo salvo para ir a encargos al zoco. Apenas tengo contacto con el mundo exterior no hablo más que con el granado, los geranios,  las adelfas y ahora contigo. Y hasta dudo por ello de mi cordura. Sólo Salomón tenía esa cualidad y yo soy solo un labrador”.

- “Sigue estas simples instrucciones –le indicó la paloma -: Escribe con mi pluma y siempre con tinta verde, deja fluir tu pensamiento y libre el movimiento de tu mano”.

El muchacho acarició a la paloma mientras expiraba, la enterró cuidadosamente al pie de un olivo joven y se despidió de ella de la siguiente forma:
"¡Que la paz sea siempre contigo!
Que tu viaje sea como el del Profeta y que te dirija a los jardines prometidos
y que en ellos encuentres todo lo que te faltó en tu existencia terrenal.
Allí, si Dios lo quiere, nos reuniremos".

Después de lo acaecido, el muchacho siguió con su tarea meditando todo ello y decidió comprobar si todo había sido un sueño.
Al final del día fue al bazar, compró papel y tinta y en la soledad de su habitación tomó una hoja y en ella escribió cuatro preguntas:
¿Quién soy?
¿De Dónde vengo?
¿Cuál es mi fortuna?
¿A quién me dirijo?

Al cabo de un momento su mano, tenuemente iluminada  por la vela, como dirigida empezó a moverse y pausadamente a escribir:
Yo soy
El hijo de la palmera
del olivo y de la higuera.
de la parra y del jazmín
de la caña y la yuca
de la chumbera y la vid.
Yo soy
Del naranjo y el limonero,
del pino y el ciprés
Del tomillo y el romero,
hijo de jardinero.
Yo soy
de piedra y de hiedra.
del huerto y del jardín,
mi aliento es albahaca y yerbabuena.
La acequia, el manantial y la fuente,
son la sangre que corre por mis venas.
Mi piel las tierras y las arenas.
Mis ojos son agua del mar,
del color de los azules y las nubes,
del cielo.
Mi voz es la brisa del Mediterráneo.
Yo soy
hijo de Oriente,
del desierto y del oasis,
y del viento de Poniente,
del minarete,
y del sol naciente.
Yo soy
de la duna y de la luna.
Esta es toda mi fortuna.
Y esta es Padre, mi oración:
A Ti me dirijo:
Trátame con compasión.
Que vengo desde Ur, de Caldea.
De largo viaje, ya cansado.

Cuidadosamente apartó y limpió el cálamo y comprobó que nada era imaginario.
Meditó sobre el escrito, el extraño suceso de la paloma, y comprendió no solo de donde venía, sino a donde se dirigía, de quien finalmente era hijo, y,  que la misión de la paloma era muy simple: que continuara la labor que ella agotada, derrotada y desesperada no pudo acabar. Y a ello y con todas sus fuerzas dedicó el muchacho todos los días hasta el fin de su vida.



viernes, 26 de octubre de 2012

Abd al-Rahman II. Administración y reformas del emirato


Administración y reformas del emirato

Sin duda alguna, fue Abd al-Rahman II el emir que introdujo más innovaciones y reformas administrativas, todas ellas con el propósito de reforzar todavía más el supremo poder de la figura del emir; además, contribuyó enormemente a mejorar la gestión de un reino cada vez más poderoso y complejo, hasta tal punto que cuando Abd al-Rahman III asumió el trono, en el año 912, el futuro califa cordobés se limitó a limar algunas imperfecciones de la maquinaria de Estado que heredó.
Abd al-Rahman II tomó como modelo la organización del califato abassí, muy jerarquizada y centralizada, e hizo de la figura del emir el eje central de todo el sistema administrativo, judicial, militar y religioso. Ninguna decisión podía ser tomada sin su previo consentimiento. El poder real se tradujo, al igual que en Bagdad, por la institución de los monopolios del Estado: acuñación de moneda en su nombre, mantenimiento de los talleres de telas preciosas, etc.
También fue suya la iniciativa de organizar lo que se dio en llamar la "jerarquía de las magistraturas de gobierno" (maratib al-jutat), y de fijar con exactitud el puesto que cada una de las clases sociales debía ocupar en el protocolo oficial de la corte, imprimiendo al emirato una dignidad y majestad no conocida en Córdoba hasta la fecha.
Dividió en dos grupos a los funcionarios del Estado: los adscritos a la cancillería (secretarios y visires) y a la dirección general del fisco (intendentes y tenedores de los libros). Por encima de todos ellos, colocó a una especie de primer ministro (hachib), encargado de dirigir personalmente los diferentes consejos o secretarías (diwan). Todo el funcionariado al completo vivía en el palacio real con objeto de rendir cuentas en persona al emir cuando éste reclamase su presencia.
En relación al gobierno diario de la capital, la cual no había dejado de crecer, Abd al-Rahman II creó nuevos cargos, cada uno con una retribución determinada y encargados de tareas tan dispares como el mantenimiento del cuerpo de policía, la fijación de patrones y pesos, el servicio de limpieza, etc., los cuales anteriormente eran responsabilidad de un solo hombre, el prefecto de mercado (sahib al-suq).
Como es lógico, el ejército también fue objeto constante de las preocupaciones de Abd al-Rahman II. Incrementó considerablemente la guardia personal del emir (llegó a tener cinco mil hombres, entre caballería e infantería), formada básicamente de mamelucos y eslavos procedentes del centro y norte de Europa. También reforzó los cuadros del ejército regular, estableciendo una clara división entre los mercenarios pagados a sueldo (murtaziqa) y los reclutados en los distritos militares del reino (chund). Por último, como consecuencia del desembarco normando del año 844, la marina de guerra fue dotada de un buen número de nuevas unidades.
Abd al-Rahman II no fue sólo un hábil organizador, sino también un gran constructor, tanto de construcciones civiles como religiosas. Bajo su mandato se edificaron la ciudad de Murcia, la alcazaba de Mérida y las murallas de Sevilla. En Córdoba, hizo reconstruir la calzada de la orilla derecha del Guadalquivir y acometió profundas modificaciones en el alcázar. Fue el primero en llevar agua corriente a la capital mediante la construcción de varias fuentes públicas. En Sevilla ordenó construir la Mezquita Mayor. En cuanto a la Mezquita Aljama de Córdoba, Abd al-Rahman II mandó ampliarla dos veces a lo largo de su reinado: la primera en el año 833, a lo ancho, y posteriormente en el año 848, en cuanto a profundidad.
Abd al-Rahman II también tomó de los abasíes su modo de vida palaciego, repleto de riquezas, lujos y ostentación, que se pudo costear gracias a la riqueza de su tesoro privado. Su corte contó con una impresionante cantidad de poetas, alfaquíes, literatos, músicos, intelectuales de todo tipo y seguidores, de entre los que cabe destacar a Yahya Ibn Yahya, jurista y defensor de la doctrina ortodoxa malikí, al músico y poeta sirio Ziryab, que se convirtió en el árbitro indiscutible de las elegancias y promotor de todas las modas importadas de Oriente que prevalecieron desde entonces.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Vida cotidiana en al-Andalus: La alimentación.



LA ALIMENTACIÓN

Una de las herencias más importantes que el mundo andalusí ha dejado entre nosotros ha sido la de su gastronomía. Tanto la corte como el pueblo eran amantes de los placeres que la imaginación y los bienes de la tierra proporcionaban. Se preparaban riquísimos alfajores y pestiños, albóndigas con comino, gachas de carne y sémola, cuscús, empanadas de guisantes y merluza, pescado al cilantro verde o berenjenas rellenas. La abundancia de productos hortofrutícolas y cereales, el consumo de carnes y pescados variados, el uso de hierbas aromáticas y especias, y el gusto por la repostería fueron sus principales características.

 Los cereales eran la base de la alimentación y fueron utilizados no sólo en forma de pan, sino también de gachas, sémolas y sopas. El arroz se consumía frecuentemente en las reuniones familiares. Las legumbres se usaron combinadas con carne y también en puré.

Entre las verduras introdujeron la alcachofa, muy apreciada, el espárrago y la berenjena. Tan apreciada llegó a ser esta última que a los almuerzos de mucho bullicio y gentío se les llamaba “berenjenales”. Además de éstas, otras hortalizas bastante cultivadas fueron la calabaza, los pepinos, las judías verdes, los ajos, la cebolla, la zanahoria, el nabo, las endibias, las acelgas, las habas, las espinacas...

Y es que la huerta floreció en aquellos tiempos como nunca antes lo hiciera, llenándose de nuevas hortalizas. Entre ellas, las flores rezumaban fragancia y color: Crecían el alhelí, la rosa, la madreselva y el jazmín.

El pescado se consumía en las zonas cercanas a la costa, mientras que en el interior el uso del mismo ofrecía evidentes problemas de conservación por lo que se recurría a la técnica del salazón. En cuanto a la forma de prepararlos eran frecuentes los pescados al horno, en escabeche y algo parecido a las actuales empanadas, pero elaboradas con tortas de trigo.

La carne más común fue la de cordero, aunque también abundaron las de caza y ave. Las clases más humildes sólo la comían en días de fiesta, mientras que era un producto habitual en la dieta de las clases pudientes. Se solía comer asada en carbón, rellena, en guisos y picada en albóndigas. Las salchichas, elaboradas entonces con cordero, eran ya famosas en la región. La leche y los huevos constituían el aporte de proteínas más habitual.

En cuanto a las grasas vegetales el aceite preferido era el de oliva, que se obtenía en almazaras mediante una gran prensa de tornillo de madera. El más reputado de todos era el del Aljarafe sevillano, llegándose incluso a exportar. También se hacían aceitunas aliñadas.

Las frutas, muy variadas, se consumían frescas en su época de recolección, bien como postre o en zumo. Técnicas de conservación como la confitura o el secado hicieron que durante todo el año pudieran incluirse en la dieta.

Las más consumidas eran la sandía, el melón y la granada. El higo llegó a exportarse a Oriente. Los cítricos, como el limón, el pomelo, el toronjo y la naranja amarga, eran utilizados para conservar los alimentos, pero también se extraía de ellos para la elaboración de zumos y de sus flores, esencias para la elaboración de perfumes. Se aclimataron también, procedentes de otros lugares, el membrillo, el albaricoque y un sinfín de frutos más.

En Europa hicieron fortuna las combinaciones de azúcar y frutas, en formas de jaleas, mermeladas, refrescos... que fueron recibiendo curiosos nombres de sabor oriental, como arropes (jarabe de mosto con trozos de fruta), jarabes y siropes, o sorbetes.

 También les debemos la introducción de la caña de azúcar, que vino a sustituir a la miel como edulcorante, aunque ésta continuó siendo siempre muy valorada. El azúcar, que durante siglos sólo se conocía en forma de jarabe, pasó a consumirse como lo conocemos hoy gracias a que inventaron la manera de cristalizarlo.

Pero donde realmente brillaban la inventiva y el buen hacer andalusíes fue en los dulces (tanto fritos como horneados): buñuelos de varias clases, pasteles de almendra, pastelillos de miel, arroz con leche, confituras de frutas... y casi todo aderezado abundantemente con agua de rosas. En la composición de los mismos predomina la harina de trigo, los frutos secos, el azúcar y la miel.

En los largos y calurosos veranos de Al-Andalus se mitigaban los rigores del sol con esencias de flores y frutos, mezclados con agua fría o con hielo. Para ello (especialmente en el reino de Granada) se excavaban pozos de diez metros de profundidad, donde metían la nieve de Sierra Nevada, que les duraba hasta el mes de julio. Si el pozo era de veinte metros, el depósito de hielo duraba todo el año.

En cuanto a las especias, muy utilizadas en la cocina de Al-Andalus, se introdujo la canela (que ejercía de reina de toda esa perfumada corte), así como el azafrán, el comino, la alcaravea, el jengibre, el sésamo o ajonjolí, el cilantro, la nuez moscada y el anís. En las mesas de cualquier celebración también se daban cita el laurel, el ajo, el clavo, el cardamomo, la mostaza, el comino y la pimienta, sin desdeñar las hierbas aromáticas como el hinojo, la hierbabuena, el tomillo y el romero.

lunes, 22 de octubre de 2012

Abd al-Rahman II y los reinos cristianos

 Contiendas en Asturias , Alava y Galicia.
  La guerra santa continuaba. En 823, Abd al Rehman II lanzó la primera aceifa contra Álava y las tierras de los  Castillos, dirigida por el anciano general de al-Hakam, Ben Mugith...A los dos años Ubay Allah invadió las tierras alavesas y las asoló por completo y, además, se produjo el encuentro y la batalla con los ejércitos del rey asturiano Alfonso II. Los cristianos fueron derrotados estrepitosamente. Esta campaña fue llamada por los musulmanes la de las victorias y en ese mismo tiempo, emprendieron otras en la que atacaron Galicia y avanzaron hasta Coimbra. Entre los años 825 y 826, Farach ben Masarra se apoderó del castillo de Alcolea, en tierras asturianas, y conquista tierras de Galicia y de Castilla con poco coste militar pues no hubo mucha resistencia. 
Después de estos acontecimientos hubo una tregua. Ya en el 838, tres ejércitos musulmanes se esparcieron por los dominios asturianos. El primero mandado por al Walid ben Hisham, tío del emir, que penetró en Galicia por Viseo y castigó toda la región; el segundo, a las órdenes de Sa´id, hermano de Abd al-Rahman II, avanzó triunfalmente por Álava y Castilla la Vieja; el tercero, conducido por al-Walid, otro de los hermanos del emir, recobró el castillo de Alquería. Los ataques, más o menos periódicos, contra el reino astur siguieron produciéndose año tras año, aunque con resultados diversos. A partir del 840, Abd al-Rahman delegará en su hijo al- Mutarrif y no volverá a dirigir un cuerpo expedicionario pues la derrota en Galicia le llenó de estupor.

En el año 841, Abd al-Rahman II puso su atención en los condados catalanes. Tropas al mando de Walid Ben Yazid entraron en Cataluña, corrieron por tierras de Ausona, atravesaron los Pirineos orientales, asolaron Cerdeña y llegaron hasta las proximidades de Narbona, de donde retornaron victoriosos.
Al año siguiente, en 842, moría Alfonso II y le sucedía su hijo, Ramiro I.
En el año 846, el sucesor de Abd al-Rahman II, el príncipe Muhammad, puso sitio a la ciudad de León y, aunque no logró derribar sus murallas a pesar de llevar máquinas de guerra, la saqueó sin piedad y la incendió antes de retirarse. Por último, en el año 848, otro hijo del emir, al-Mundhir, llevó a acabo otro ataque contra Álava que fracasó estrepitosamente.

La Rebelión de Mérida.
Mérida era una ciudad compuesta por una mayoría muladíes, junto a una proporción buena de mozárabes, siempre dispuestos a levantarse contra el poder central de Córdoba. Por motivos de proximidad, los contactos con el reino asturiano eran frencuentes y, se cree que , en sus últimos años, Alfonso II alentó la rebelión de la población de Mérida, e incluso que también Ludovico Pío les envió mensajes de apoyo y ánimo.
Por dos veces hubo de sitiar la ciudad y sólo en 830 logró que se le entregaran rehenes y colocar al frente de esta ciudad a un gobernador leal. 
El muladí Sulayman ben Martín y el beréber Mahmud ben Abd al Chabbar, los dos rebeldes provocadores de la rebelión, huyeron emprendiendo caminos distintos. El primero, se estableció en el castillo de Santa Cruz de la Sierra, pero fue derrotado y muerto. El segundo, fue desalojado de la ciudad de Faro en 838 por el ejército emiral y decidió pasar a Galicia. Pidió audiencia al rey Alfonso II y éste accedió a darle confianza nombrandolo auxiliar del rey. Sin embargo, al final de su vida sintió remordimiento y escribió al emir Abd al-Rahman II pidiéndole perdón por  su conducta. El rey asturiano ofendido, fue en su persecución hasta el feudo que le había concedido el mismo. Fue apresado y muerto en mayo de 840. Toda su familia fue llevada a Galicia. Su herman, famosa por su belleza, se convirtió al cristianismo y se casó con un noble gallego con el que tuvo un hijo. Si lo que dice Ibn Hayyan e cierto, este hijo llegó a ser obispo de Santiago de Compostela.

viernes, 19 de octubre de 2012

Abderraman II : Semblanza y familia.


Semblanza del Emir
Ibn Idhari nos dejó este retrato de Abderramán II:
...era muy moreno y de nariz aguileña. Tenía los ojos grandes y negros y marcadas ojeras. Era alto y corpulento y tenía muy acentuado el surco nasogeniano del labio superior, donde se separan los bigotes. Su barba era muy larga, y mucho uso del henné y del ketem.
Ramón Menéndez Pidal dice de él:
...Este príncipe, si exceptuamos a su descendiente al-Hakam II, fue desde luego el más culto de todos los emires hispano-omeyas. Fue muy dado a la literatura, a la filosofía, a las ciencias, a la música y, sobre todo, a la poesía, pues tenía gran facilidad para componer versos. Sentía interés por las ciencias ocultas, la astrología y la interpretación de sueños. Escribió un libro titulado Anales de al-Andalus. Después de consolidar su poder, se dedicó a sus placeres sin freno alguno.
Familia e hijos
El emir Abderramán era perdidamente mujeriego. Nunca tomaba a ninguna mujer que no fuese virgen aunque superase en hermosura y excelencia a las mujeres de su época, siendo excesivos su gusto, inclinación y entrega a ellas, así como el número en que las tuvo y la pasión de que las hizo objeto. Tenía varias favoritas entre sus concubinas, las cuales dominaron su corazón y conquistaron su pasión. La casi proverbial capacidad amatoria tuvo como resultado una amplia prole, que las fuentes cifran con admiración en la extraordinaria cantidad de 87 hijos, 45 de ellos varones.
Su pasión fue su esposa Al-Sifá,  incluso decían que hasta la muerte de ésta vivió una autentica luna de miel con ella... Cuando todavía Abderramán no era emir, acompañaba a su esposo a luchar contra los cristianos en nombre de su padre Alhakem I , pero una de las veces que le acompañaba ella enfermó gravemente. Viéndola así envió a sus eunucos de confianza para que la trasladaban a Córdoba con sumo cuidado, cuando pasando por Toledo murió en el valle Monte alegre y allí fue enterrada. Le dejó un hijo Muhammad ,que le sucedería con el nombre de Mohamed I.
Fue una etapa muy dura para el Emir pero fue una concubina de nombre Tarub la que conquistó de nuevo su corazón. Tarub significa hechizo, nombre que le dio por parecer hechizado por ella. Era muy bella y lo sedujo de tal manera, que éste contaba con su aprobación de todo lo que se tratara referente al harén.
El Emir pasaba noches enteras con la hermosa concubina, e incluso llegó a ser envidiada por las demás ya que empezó a ejercer cierta influencia personal sobre él...
A  Tarub le obsequió con un fabuloso collar de perlas llamado el Dragón . Había pertenecido a Zobeida, la esposa de Harún al-Rashid ( califa de la dinastía abasí de Bagdad ) . Lo había comprado por diez mil dinares por el nacimiento de su hijo Abdallah, cosa que pareció excesiva a uno de sus visires más allegados.
 Cuando Abderramán II, ya enfermo, se vio obligado a decidir a su sucesor, las conspiraciones cortesanas estaban a la orden del día.
Tarub era una mujer muy ambiciosa y jamás se iba a conformar con ser solo la favorita del Emir, sobre todo desde que le dio un hijo varón... Tenía que llegar a ser la madre del próximo Emir y haría lo que hiciera falta para ello.
Intentó por todos los medios que Abderramán eligiera a su hijo como sucesor e impedía que Mohamed se acercara a él con el convencimiento de que si no veía a su heredero, tal vez se encariñara con su hijo.
Intrigó en el harén hasta convencer al eunuco principal de que había que envenenar tanto al Emir como a su primogénito heredero.
Idearon servirle una copa con un veneno diciéndole que era una nueva bebida medicinal…
Sin embargo, Abderramán fue prevenido a tiempo y obligó a Nasr a beber ante toda la corte el veneno que el traidor le había ofrecido como una supuesta bebida.
El Emir al observar la copa dijo:
- Bebe esta copa Nasr, por que en verdad quiero admirar los prodigios de esta medicina.
Dudó el eunuco pero la mirada del soberano le redujo a la obediencia. Los ministros escucharon las duras palabras del rey.
- Allá sobre vosotros, porque ciertamente el proceder de Nasr se ha hecho odioso a los ojos del todo lo puede.
Nasr abandono precipitadamente la sala en busca de un médico que administrara el antídoto necesario. Acudió en su auxilio Alí al-Ruyum que lo encontró acostado sobre su vientre.
El médico hizo presión con sus manos sobre sus pies pero el eunuco no sintió en su piel la fuerza ejercida. Observó el endurecimiento de sus músculos y finalmente el eunuco hijo de cristiano, encargado del harén, confidente y fiel ejecutor de las órdenes de la favorita Tarub murió revolviéndose de dolor..
Según las crónicas árabes, Tarub no sufrió ningún castigo, y de hecho volvió a intentar sin éxito obtener la sucesión para su hijo durante los últimos momentos de la larga enfermedad del Emir.

Cuentan otras crónicas, que el Emir hizo levantar ante la puerta de su dormitorio un muro hecho con sacos de monedas de oro que se derramaran a los pies de la concubina Tarub cuando ella quisiera abrir la puerta y entrar en sus aposentos. Ya que ella misma organizó la primera conspiración pretendiendo que fuera su hijo Abdallá, un joven al parecer de carácter débil y vicioso, el sucesor del Emir.
Pero fue el astuto Muhammad, el hijo de Al- Sifá, quien disfrazado con los vestidos de la nieta favorita de Abderramán II, el que entró en sus habitaciones la noche de antes de su muerte y consiguió ser nombrado Emir, y como testigos del nombramiento estuvieron los eunucos que dieron fe de ello.

Tras la muerte de Abderramán II, el 22 de septiembre de 852, sería su primogénito, Muhammad, quien rezara la oración fúnebre en la tumba del Alcázar de los Omeyas.
Nada más se sabe de las hijas ni del hijo de Tarub, tampoco de su suerte al morir Abderramán, ni de los días finales de esta mujer que luchó por ser madre de reyes y conspiró por cumplir su objetivo sin ningún éxito.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Vida cotidiana en al-Andalus. La casa y el vestido.


LA CASA

Las viviendas eran un refugio de paz y confort, muy por encima de lo habitual por entonces en otros lugares del resto de Europa. Casi todas ellas, tanto las humildes como las de familias acomodadas, presentaban una serie de características comunes.
Exteriormente, eran muy sobrias y raramente expresaban la categoría social de sus moradores. Hay pocas ventanas y son de reducido tamaño. Suelen estar cubiertas de celosías para permitir ver sin ser vistos. Debían quedar por encima de los ojos de los transeúntes. La entrada se presentaba en recodo, con zaguán, para que el patio no pudiera ser visto desde la calle.
Este patio era el núcleo de distribución de la casa y el centro de la vida familiar. En él estaba presente el agua en forma de estanque, fuente o pozo y, por pequeño que fuera, siempre había espacio para flores y plantas. Cumplía la función de graduar las diferencias térmicas propias del clima.
Las alcobas, salones y cocina se abrían a dicho espacio y se distribuían también en torno a la galería superior. Las estancias no tenían un uso totalmente definido pudiendo hacer las veces de sala de estar o dormitorio según las necesidades del momento. En toda vivienda también existía un "aseo" digno.
La cocina se situaba cerca de la entrada y era normalmente de reducidas dimensiones. Los elementos básicos de la misma eran el atanor, pequeño horno tronco-cónico o cilíndrico excavado en la tierra que funcionaba con carbón vegetal, y el fogón para cocinar distintos platos cocidos o fritos. El menaje de cocina y la vajilla de loza se guardaban en arcones o alacenas. Junto a la cocina, en las casas de familias acomodadas, se situaba la despensa donde cántaros, orzas, odres y tinajas contenían las provisiones alimenticias para todo el año.
El mobiliario era sencillo, apenas unos arcones, una mesa baja de taracea, y algunos altillos y hornacinas en los que depositar un libro o algún adorno de marfil. De dar calidez al entorno se encargaban las esteras y alfombras tupidas de lana, unos mullidos almohadones de seda o lana bordada y un buen brasero.


VESTIDO
En el reinado de Abd Al-Rahman II la influencia oriental hizo que la población andalusí adaptara su vestuario a los cambios estacionarios, vistiendo los tres meses de verano con zaragüelles (calzones amplios) y camisas blancas de lino o algodón y el resto del año con ropas de color abrigándose con zamarras y chalecos de piel. La seda el brocado, el raso y el terciopelo se hicieron frecuentes en la corte y fueron solicitados por altos dignatarios de los reinos cristianos. El color del luto, que en Oriente era negro, fue blanco entre la población andalusí.
El tocado masculino era un casquete de fieltro o un gorro de lana; el femenino, un pañuelo que les cubría todo el rostro (a excepción de los ojos) y sobre el que se colocaba la toca.
El influjo de Bagdad introdujo el gorro alto y derecho y las mitras de terciopelo bordado con pedrería, así como el uso de las toquillas de brocado para las mujeres.
El turbante estuvo durante algún tiempo restringido a hombres de leyes, pero se fue popularizando a partir del siglo XI, llegando a ser común en la Granada nazarí.

jueves, 11 de octubre de 2012

Abderramán II



Abū l-Mutarraf `Abd ar-Rahmān ibn al-Hakam (Árabe: أبو المطرف عبد الرحمن بن الحكم), más conocido como Abderramán II (Toledo, octubre-noviembre de 7921 - Córdoba, 22 de septiembre de 852), hijo y sucesor de Alhakén I, cuarto emir omeya de Córdoba, reinó desde el 25 de mayo de 822 hasta su muerte.
Inicios de su reinado.
Tenía treinta años de edad cuando accedió al trono y, como su padre y su abuelo, tuvo que reprimir las pretensiones al trono de su tío Abd Allah. Se entregó a la tarea de reorganizar administrativamente Al-Ándalus. Intentó presentar una imagen de moderación ante los mozárabes y los musulmanes sometidos a la férula de la aristocracia árabe. Consciente del poder e influencia de los alfaquíes, ordenó derribar el mercado de vinos de Secunda, cerca de la capital cordobesa, contrario a los preceptos del Corán. Luego, como concesión al populacho, crucificó al responsable de la política fiscal de su padre, un cristiano que las fuentes llaman Rabí.
Recién estrenado su emirato estalló una guerra en la Kora de Tudmir, en el sureste peninsular, entre los clanes de yemeníes y muraditas, tribus árabes enfrentadas. La chispa saltó en Lorca, donde tuvo lugar el célebre combate de al-Musara. La cora fue pacificada por el general Unmayya ibm Mu’awiya ibn Hisan, y se habla de 3.000 rebeldes muertos, incluido su comandante el yemení Abu Samaj.

Las tropas de Abderraman destruyeron entonces la ciudad-refugio de los rebeldes, Eio, y el Emir decidió trasladar la capital de la cora desde Orihuela a una ciudad de nueva planta, Madina Mursiya, fundada el domingo 25 de junio de 825). Murcia se alzaba sobre una pequeña elevación a orillas del río Segura, al objeto de pacificar el territorio, potenciar el desarrollo y afianzar la autoridad emiral. El general Chabir fue el primer gobernador de Murcia.

Abderramán II fomentó las ciencias, las artes, la agricultura y la industria. Durante su reinado se introdujo en al-Andalus el sistema de numeración indo-árabe, llamada de posición, con base decimal. Inició, desde antes de ser proclamado emir, una biblioteca que llegó a ser numerosísima, para lo cuál encargó a personas de alta cualificación que le trajeran de Oriente los ejemplares más interesantes y de mayor aportación al saber, comenzando de esta forma una buena colección de libros. Atrajo a Córdoba a los más ilustres sabios de su época y cultivó personalmente la poesía. Su brillante corte estuvo dominada por las figuras del músico Ziryab, el alfaquí Yahya (un religioso intolerante y ambicioso), la concubina Tarub (mujer intrigante y avariciosa que deseaba conseguir el trono para su hijo Abdalá), y el eunuco Nasr (un español cristiano que abandonó su fe y su hombría para medrar en la administración emiral).

Según el Memorial de Eulogio:
" En el año 850 (...), año vigésimo noveno del emirato de Abderramán. El pueblo de los árabes, engrandecido en riquezas y dignidad en tierras hispanas, se apoderó bajo una cruel tiranía de casi toda Iberia. En cuanto a Córdoba, llamada antaño Patricia y ahora nombrada ciudad regia tras su asentamiento, la llevó al más elevado encumbramiento, la ennobleció con honores, la engrandeció con su gloria, la colmó de riquezas y la embelleció con la afluencia de todas las delicias del mundo más allá de lo que es posible creer o decir, hasta el punto de sobrepasar, superar y vencer en toda pompa mundana a los reyes de su linaje que le precedieron; y mientras bajo su pesadísimo yugo la Iglesia... era arruinada hasta la extinción ".

Estas concisas noticias coinciden con las proporcionadas por Ibn Hayyan:
" El emir Abderramán ibn Alhakén fue el primero de los califas marwaníes que dio lustre a la monarquía en Al-Andalus, la revistió con la pompa de la majestad y le confirió carácter reverencial, eligiendo a los hombres para las funciones, haciendo visires a personas perfectamente capaces y nombrando alcaides a paladines probados; en sus días aparecieron excelentes visires y grandes alfaquíes y le vinieron muchos inmigrantes. Sostuvo correspondencia con soberanos de diversos países, elevó alcázares, hizo obras, construyó puentes, trajo agua dulce hasta su Alcázar desde las cimas de las montañas ".
" Aumentó considerablemente la tributación, e hizo que se llevara un mejor control de los ingresos. En sus días adquirieron gran volumen las tributaciones (yibayat) devengadas en Al-Andalus, aumentaron los ingresos de renta inmobiliaria (haray) y se instituyeron registros en las chancillerías de las que dependían los impuestos correctos aplicados a la población del país, que vinieron a servir de referencia entre gobernantes y súbditos ".
La Descripción anónima de al-Andalus dice de Abderramán II:
" Fue el primer omeya que acuñó moneda en Córdoba, grabó los dírhemes con su nombre e instituyó una ceca, a cuyo cargo puso alamines. Desde la conquista hasta entonces los habitantes de al-Andalus empleaban los dírhemes y dinares que traían de Oriente. Durante su reinado aumentó la recaudación de impuestos, se incrementaron las exacciones del jarach, se construyeron alcázares, ciudades y talleres; los reyes cristianos y de otros lugares se le sometieron.
La recaudación alcanzó el millón de dinares, pero el expolio infligido a las clases media y baja por el trabajo forzado se despilfarró los lujos cortesanos y otras extravagancias. Construyó espléndidos edificios aprovechando los materiales de la época romana que expolió por doquier, con la intención de dar realce a su gobierno ".

" Fue el primero que hizo fastuosos edificios y cumplidos alcázares, utilizando avanzada maquinaria y revolviendo todas las comarcas en busca de columnas, buscando todos los instrumentos de al-Andalus y llevándolos a la residencia califal de Córdoba, de manera que toda famosa fábrica allí fue construcción y diseño suyo ".

- Ibn Hayyan -
 " Ordenó Abd al-Rahman la ampliación de la mezquita aljama de Córdoba, poniendo al frente de los trabajos a Nasr y a Masrur, eunucos principales, siendo supervisada la obra por Muhammad ibn Ziyad, cadí de Córdoba. También las esposas y concubinas de Abderramán construyeron mezquitas las cuales llevan sus nombres y son conocidas por ellos, como la mezquita de Tarub, la de Fahr, la de Achchifa, la de Mut'ah, y otras muchas similares, y rivalizaron en las buenas obras y en las limosnas en Córdoba y en su distrito. Abderramán se rodeó de sabios, alfaquíes, literatos y poetas áulicos, a los cuales agasajó con esplendidez, en especial a los alfaquíes y muftíes. A Ziryab, célebre músico a quien mandó venir de Bagdad, le hizo grandes concesiones y le asignó generosos emolumentos, pues recibió mensualmente doscientos dinares contantes, y su nombre venía en la nómina de pagos inmediatamente tras los visires. El emir hizo extensivas a sus hijos sucesivamente apetecibles asignaciones, dándoles salarios fijos y concesiones territoriales magníficas, para que no gravasen a su padre en sus emolumentos lo más mínimo, pagándose a cada uno de los tres, Ubaydallah, Ya'far y Yahya veinte dinares mensuales, a más de las gratificaciones regulares.

Política exterior
Para poder mantener el lujoso tren de vida de su corte y reprimir el descontento provocado por el régimen despótico, el emir mantuvo la política militarista de su padre, aumentando el número de cuerpos armados extranjeros, leales tan sólo a su persona, que no se mezclaban con la población. Asimismo se llevó a cabo una hábil labor de construcción de fortalezas (ribat) que darían origen a poblaciones como Calatrava (Qala'at ar-Ríbat).
Casi cada año tuvieron lugar aceifas contra los cristianos e incluso en alguno llegaron a desencadenarse tres. La mayoría se dirigió contra Álava y, especialmente, Galicia, que era la región del Reino de Asturias más vulnerable. Pese a ello, no faltaron tampoco los ataques contra Osona (Vich), Barcelona, Gerona e incluso Narbona en las expediciones de los años 828, 840 y 850.

En mayo de 843, Musa ibn Musa, jefe de la familia de los Banu Qasi encabezó una insurrección en su contra, siendo ayudado en la misma por García I Íñiguez, rey de Navarra, con el que estaba emparentado. Aplastada la sublevación, atacó las tierras de Pamplona, venciendo a García Íñiguez y Musa.

El 11 de noviembre de 844 preparó un contingente para enfrentarse a los vikingos que conquistaron y saquearon Sevilla un mes antes. La batalla campal tuvo lugar en los terrenos de Tablada, con resultado catastrófico para los invasores, que sufrieron mil bajas; otros cuatrocientos fueron hechos prisioneros y ejecutados y unas treinta naves fueron destruidas, siendo los rehenes liberados. Con el tiempo, el reducido número de supervivientes se convirtió al islamismo instalándose como granjeros en la zona de Coria del Río, Carmona y Morón de la Frontera. Se dieron nuevas incursiones normandas en los años 859, 966 y 971, siendo este último frustrado y la flota vikinga totalmente aniquilada.

Los mártires de Córdoba. Mártires de Córdoba.

Con respecto a la población hispana, seguía contemplando a sus amos musulmanes como déspotas invasores, sensación acentuada por la intolerancia religiosa y aculturación violenta. Las presiones para abandonar el latín y el romance en pro del árabe se hicieron insoportables. El problema mozárabe estalló nuevamente cuando, en el curso de una conversación, un presbítero cordobés llamado Perfecto declaró que Mahoma era un falso profeta. Perfecto fue llevado a presencia del cadí, condenado a muerte, y decapitado el 18 de abril de 850 ante una turba enfervorizada. El cruento acontecimiento, aunque tenía varios precedentes, produjo en esta ocasión toda una reacción en cadena en el hastiado pueblo mozárabe: el célebre episodio de los Mártires de Córdoba, en que 48 destacados cristianos desafiaron deliberadamente las leyes contra la blasfemia, la apostasía y el proselitismo cristiano, sabiendo que les esperaba la muerte. A pesar de ello, las presiones y la cruel persecución en este período provocaron numerosas conversiones al Islam.
Poco antes de morir en 852, Abderramán logró que un concilio de obispos mozárabes, presidido por el metropolitano Recafredo de Sevilla, prohíbiera desde los púlpitos que sus fieles realizaran actos similares en el futuro, sin condenar la conducta de los mártires que habían desafiado al poder islámico. Al no repudiar formalmente tales actos, siguieron produciéndose martirios durante algunos años, hasta que en 859 se extinguió el movimiento.

domingo, 7 de octubre de 2012

La dondella soldado.


En Almería vivía don Antonio Acebedo, un hombre con dinero, casado con doña Victoria, ambos tuvieron una niña y le pusieron de nombre el mismo que su madre. Esta niña, al crecer, llego a ser una maravillosa muchacha, la más deseosa del lugar debido a su gran belleza y por sus excepcionales virtudes.

La muchacha tuvo la desgracia de enamorarse perdidamente de un joven llamado Florencio de Granada, de familia a dinerada también pero enemiga mortal de la suya, por lo que los jóvenes no se atrevieron a descubrir su amor a sus padres y lo ocultaban y lo mantenía en el mayor de los secretos.
Los padres de ella que nada sospechaban del amor que su hija tenía, concertaron su boda con un poderoso caballero que la solicitaba por esposa y que doblaba en edad. Victoria no pudiendo decirles nada a sus padres intento aplazar el matrimonio con el pretexto de su corta edad y así poder mientras comunicárselo a su amado, para entre ambos buscar alguna solución.

Pero su amado no estaba y tubo con un criado de toda su confianza enviarle el mensaje, El servidor partió velozmente, pero en el camino fue asaltado por unos bandoleros, que le provocaron su muerte y no pudo llegar a su destino.
Mientras tanto el nuevo pretendiente estaba ansioso por casarse cuanto antes con ella, asediaba a los padres son sus prisas, convenciéndoles al fin y a pesar de los obstáculos de su hija se fijo una fecha próxima a la boda.

De nada le sirvieron a Victoria todas sus suplicas y sus llantos. El padre, inflexible, le ordeno en tono severo que, con lágrimas o sin ellas, se casaría con aquel caballero. Horrorizada, vio llegar el día trágico de su boda y sin la ayuda de su amado, fue al altar, donde se celebro la boda.
Con angustia resistió las fiestas y el banquete nupcial sintiendo que un odio creciente hacia su esposo se apoderaba de su corazón.
Llegada la noche y después de despedir a los invitados, una doncella le comunico el regreso de su adorado Amado Florencio. Entonces ella tuvo una idea de cómo romper con esa cadena que le unía a aquel hombre odiado y escapar con su amor. Con aparentemente tranquilidad entro en su cuarto nupcial, seguida de su esposo y cuando este estuvo acostado, le atravesó el corazón con un puñal, dejándole muerto en la cama.

Se vistió con el traje de su esposo y se coloco sus armas, disfrazada así nadie podía conocerla, huyo en busca de su amado y le comunico su terrible crimen, juntos huyeron a través de las calles. Pero, fueron sorprendidos por una ronda nocturna, se armo una refriega, de la que pudo escapar ella, pero a él lo hicieron prisionero. Al día siguiente, al saberse de la muerte del caballero, fue acusado Florencio como autor del crimen, él por salvar a su amada confeso su crimen.
Victoria dolida por todo lo sucedido vago sola por los campos, hasta que cayo prisionera de unos bandidos, que, creyéndola un joven escapado de la justicia, le permitieron vivir con ellos, tomando parte en todos los asaltos con tan increíble valor, que llego a ser la admiración de los bandoleros.

Sin mas obsesión que la de salvar a su amado, propuso un día ir a asaltar la cárcel y liberar a los condenados a muerte. Los bandoleros aceptaron y penetraron de noche en la ciudad, llegando a las cercanías de la cárcel. Allí llamo ella a la puerta y con sus ricos trajes no despertó ninguna sospecha en los vigilantes, que la tomaron por un señor importante y le abrieron las puertas. Al instante acudieron los bandidos, que se abalanzaron sobre los guardianes de la prisión, los ataron y soltaron a todos los prisiones y entre ellos a Florencio, que se unió a ellos y huyeron, no sin antes incendiar el edificio.
Llegaron sanos y salvos a la guarida de los bandoleros y los enamorados se sintieron dichosos de poder estar al fin juntos. Pero pasado el primer momento aquella vida de farsa era para los novios un continuo tormento. Desesperado Florencio ante la imposibilidad de casarse con ella ni de poder satisfacer su amor, ya que esta se negaba mientras no estuviesen casados, no pudo resistir mas y le confeso a uno de los bandoleros el secreto de su novia, para que este pudiera ayudarlo a sorprenderla, pero ella se defendió y disparando accidentalmente a Florencio lo mato.

Alocada por el sufrimiento huyó por los valles y caminos sin encontrar un sitio donde alojarse, sentía hambre y estaba muerta del cansancio, entonces decidió alistarse como soldado y así poder encontrar la muerte en la guerra.
Marcho con los tercios voluntarios a Flandes, donde admiro a sus compañeros de armas por su valor y heroísmo en el combate, consiguiendo por ello ascensos y condecoraciones.
El capitán del tercio don Anselmo de Torres estaba entusiasmado con el valor de su soldado y pronto trabo una estrecha amistad con ella, que luego se transformo en amor cuando este descubrió su verdadero sexo. El le declaró su pasión pero ella lo rechazo y al verse descubierta huyo del campamento. Antes de partir, intento matar al que sabia su secreto, para que no pudiese revelarlo y disparo contra el, dejándole herido.
De nuevo se encontró sin rumbo por aquel país y camino hasta caer desfallecida. Vuelta en si, levanto sus ojos al cielo y sintió en su conciencia los remordimientos de sus crímenes, lloro con arrepentimiento. Se dirigió entonces a un convento de frailes de Santo Domingo, llamó a sus puertas y pidió ser oída en confesión.

El fraile al escucharla quedo horrorizado, sin saber que aconsejarle, le impuso de penitencia vivir en una cueva próxima al convento, sin ver ni hablar a nadie. Y entregada a una rigurosísima penitencia, en expiación de sus culpas, allí permaneció hasta su muerte.

jueves, 4 de octubre de 2012

De al-Hakam a Abd al-Rahman II

EL FINAL DE AL-HAKAM.

Durante un cuarto de siglo se extendió el reinado de este emir, al que la historia considera cruel y vengativo. No será indiferente en materia religiosa y aceptará los  dictámenes de los alfaquíes, aunque sean en su contra. Respetará a sus mujeres, y sólo las repudiará en el caso de que sean estériles, y las animará a que sean piadosas y hagan obras de caridad.
Gustaba de la caza y de los certámenes poéticos, pues era muy culto y un buen versificador. Pero después de los sucesos del Arrabal, su carácter cambió y la desconfianza, que era típica en él, todavía se acentúo más. Su salud se alteró y apenas salía del palacio, siempre custodiado por su guardia personal. Nada le importaba ya lo que dijesen de él, sólo quería salvaguardar la unidad política de su reino para el que fuera su sucesor.
El 6 de mayo de 822, día de la Fiesta de los Sacrificios, en una audiencia solemne en el Alcázar de Córdoba, designa a su primogénito Abd al-Rahman, como heredero, y también nombra un segundo sucesor, su hijo, al-Mugira, por si el primero falleciese prematuramente. Después se retiró con sus mujeres y sus fieles eunucos, a sus habitaciones de las que ya no volvió a salir. Moría 15 días después y fue enterrado junto a su padre y su abuelo. Su testamento político se basaba en sólo dos palabras: firmeza y justicia.
Su muerte fue un alivio para todos los súbditos de al-Andalus en general, y de los cordobeses en particular. Sin embargo, el reino quedaba pacificado casi por completo.

ABD AL-RAHMAN II

   El hijo predilecto de al-hakam se parecía muy poco a su padre. Tenía poco más de treinta años cuando heredó el trono y había desempeñado importantes misiones en vida de su progenitor. A él si le importaba el juicio de sus súbditos y mandó ejecutar, cuando su padre estaba moribundo, al odiado conde Rabí, el recaudador cristiano de impuestos, que tan buenos servicios prestara a su padre. Esta acción le ganó el favor de los cordobeses y el de los alfaquíes, cuando ordenó derribar el mercado del vino. Las masas  y los círculos religiosos vieron con simpatía al nuevo emir. Para él todo iba a resultar más fácil que para su antecesor.
   A su advenimiento, sólo su viejo tío al-Balansí, que gobernaba Valencia, intentó extender las fronteras de sus dominios hacia la región de Tudmir, y si esto le resultaba bien, seguir las conquistas, con las miras siempre puestas en alcanzar Córdoba. Pero Abd al-Rahman II no tuvo siquiera que combatirle, pues en un viaje hacia Tudmir, sufrió un ataque de parálisis que le llevó a la tumba un año después. Los territorios valencianos volvían al poder omeya y  se regían por un walí enviado por Córdoba.
   También tuvo que soportar rebeliones, pero nada comparable a lo que sufrió su predecesor. En el país de Tudmir, los árabes divididos en clanes: mudaríes y yemeníes, se enzarzaron en estériles luchas entre ellos. Abd al-Rahman dejó que se agotasen, sin intervenir hasta que, al final, envió una milicia que puso orden, causando muchas muertes entre los revoltosos. Ocupó Tudmir, derruyó la capital y edificó una nueva: Murcia, enviando un gobernador afecto a Córdoba.
   Hubo levantamientos de bereberes en el distrito de Ronda, y en la región de Algeciras, así como entre las poblaciones, muy poco islamizadas, de las islas de Mallorca y Menorca, todas controladas con rapidez, y como no podía ser menos, también los toledanos le dieron qué hacer. El 15 de junio de 837, las tropas de Córdoba al mando de un hermano del emir, al Walid, entraba en Toledo. Reconstruyó la ciudadela que levantara Amrus, que los rebeldes habían asolado, y se instaló en la ciudad un gobernador omeya junto a una fuerte guarnición militar.

Concha Masiá. De su libro al-Andalus.

miércoles, 3 de octubre de 2012

La vida cotidiana en al-Andalus. Baños, agua y perfumes.


EL AGUA Y LOS BAÑOS

El agua estaba presente en todas partes, en las curtidurías y alfarerías, en los baños públicos, en el entorno de las mezquitas, así como en las propias casas y huertos.

Los lugares destinados al baño, bastante numerosos, ocupaban un lugar destacado en la vida cotidiana de la población andalusí. Los había públicos y privados, lujosos y humildes, pero todos proporcionaban a sus usuarios la necesaria higiene personal y espiritual, además de ser lugares de encuentro y reunión. Hombres y mujeres se alternaban en su uso y disfrute siendo esta actividad una de las escasas oportunidades que la mujer andalusí tenía para relacionarse y salir del entorno doméstico.

En la Córdoba califal llegaron a existir más de seiscientos. En ellos, la clientela no sólo se lavaba, sino que también se relajaba y se dejaba masajear enérgicamente. Para ello se contaban con distintas dependencias. La tarde estaba destinada al turno de las mujeres, que se acicalaban, charlaban e incluso merendaban.

Están divididos en una serie de estancias en las que la temperatura varía de forma progresiva. La diferente temperatura se consigue mediante una conducción subterránea de aire calentado por grandes calderas de leña. Las bóvedas horadadas por lucernas de formas geométricas proporcionaban luz, creando un ambiente tenue y acogedor. Se abrían y cerraban para regular el vapor de las salas.

Con frecuencia los baños se abastecían del agua de los aljibes (depósitos de agua para consumo vecinal). En el barrio del Albaicín de Granada se conserva casi intacta la red de aljibes andalusí que se mantuvo en uso hasta la instalación del agua corriente en los años cincuenta.


PERFUMES Y PRODUCTOS DE EMBELLECIMIENTO

 En Al-Andalus, al igual que en el resto del mundo islámico, los perfumes y ungüentos corporales tuvieron una presencia importante. Eran de uso general en todas las clases sociales, y tanto hombres como mujeres los usaban en gran cantidad, sintiéndose predilección por las esencias a base de limón, de agua de rosas y de violetas, por los perfumes de azafrán, almizcle, jazmín, ámbar de distintos tipos (gris, natural, desmenuzado o molido, o negro), aceite de violetas, jabones aromáticos... Todo ello se conservaba en frascos de vidrio y cristales.
Pasta depilatoria, alheña (henna) para teñir el cabello o decorar manos y pies, sulfuro de antimonio para el perfilado de ojos y así realzar la mirada, corteza de nuez para tintar labios y encías... constituían un auténtico arsenal cosmético para el cuidado y la belleza de la mujer andalusí. 
Ibn Hazm nos cuenta que las cordobesas de su tiempo pasaban largo tiempo mascando goma para perfumar su aliento.
Otras materias aromáticas empleadas para la ambientación de lugares eran el áloe, el incienso y el sándalo.

lunes, 1 de octubre de 2012

Al-Hakam I y los Reinos del Norte.


Al-Hakam I y los cristianos del Norte.
Este emir estuvo demasiado ocupado en resolver los numerosos problemas internos que se le presentaron. No obstante, al año siguiente de su entronización, envió una aceifa ( expedición militar  musulmana que se hacía por la tarde ) contra la región " de los Castillos ", al mando de Abd al-Karim ben Mugith.. Subió por el valle del Ebro y tomó la plaza de Calahorra.
Los cristianos  aprovecharon la ausencia en posteriores años de tregua para , bajo Alfonso II, tomar Lisboa y el rey envió noticias a Carlomagno de este acontecimiento. Ante este hecho, el emir mandó sus tropas y extendió su dominio hasta Coimbra.
El hecho más notable del año 801 será la toma de Barcelona por los francos, lo que causó un malestar al emir. Las aceifas sobre tierras alavesas fueron sucediendo.. Una de ellas, a cuyo frente figuraba Mu´awiya, hermano del emir, fue sumamente desgraciada. En el mes de Ramadán, septiembre u octubre, las fuerzas musulmanas fueron sorprendidas por las cristianas en un desfiladero de Cantabria dando muerte a los mejores oficiales. Mu´awiya regresó a Córdoba donde moriría pocos meses después apenado por la derrota.
En 816, al-Hakam envía un ejército contra los asturianos que acababan de ofrecer vasallaje a Alfonso II. Pamplona, desde el año 798, estaba  fuera del poder musulmán. Sus habitantes mataron  al representante de la autoridad omeya. Los asturianos, tras varios días de batallas, consiguen rechazar las embestidas de Karim ben Mugith con su ejército hasta tal punto que se replegaron camino de Córdoba. Después de estos encuentros, las luchas no se produjeron produciéndose una tregua.

LA PERDIDA DE BARCELONA.
Carlomagno, el rey franco, tras los sucesos de Roncesvalles no estaba mucho por la labor de ofrecer resistencia ni a musulmanes y ponerse a favor de cristianos. En el año 798 se decidió a enviar tropas contra tierras musulmanas ocupando la región montañosa entre Gerona y el alto valle de Ter. Seguidamente avanzó su hijo Ludovico hacía las ciudades de Lérida y Huesca. En el verano de 801, se decide atacar Barcelona.
Durante dos años enteros sitiará la ciudad, hasta que llegan refuerzos importantes con fuerzas gasconas, provenzales y burgondas, con jefes tales como Rostaing, duque de Gerona y Guillen , duque de Tolosa.
El gobernador árabe de la ciudad, Zado o Sa´dun al-Ru´ayní, pide ayuda a Córdoba. Sus ruegos no son concedidos y la ciudad capitula en el 803. La toma permitirá a Ludovico de Aquitania organizar la "Marca " hispánica y mantener la esperanza de seguir avanzando hacia Tarragona y Tortosa.
En el 812 parece que al-Hakam solicitó una tregua a Carlomagno. Durante esta tregua avanzó con tropas árabes por tierras de la Marcha y llegó a aniquilar a la guarnición franca de Barcelona, aunque la ciudad no pudo volver a recuperarla.