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martes, 13 de octubre de 2015

La Reconquista. Término discutido.

Como se sabe, el ideal de la Reconquista, tal como se presenta en las fuentes hispánicas desde el siglo IX hasta el siglo XV, sostenía que los monarcas y poblaciones cristianas del norte eran herederos legítimos de los visigodos. Como tales, tenían el derecho y la obligación histórica de recuperar aquello que había pertenecido a sus antepasados y que, como consecuencia de la invasión musulmana, les había sido injustamente arrebatado. Dado que lo que se había “perdido” a raíz de la irrupción de los musulmanes no había sido sólo la “patria” de sus antepasados, sino también la
Iglesia, que había quedado aniquilada por los seguidores de otra religión, aquella recuperación territorial se presentaba íntimamente asociada a la restauración eclesiástica. Mientras existiera un poder islámico sobre el solar que en otro tiempo había ocupado el reino visigodo, quienes se postulaban como sus herederos tendrían la inexcusable misión de combatir a los conculcadores hasta que el dominio perdido fuera plenamente reintegrado y la fe de Cristo volviera a su antiguo esplendor, un sentimiento que a veces ha sido comparado con una especie de «destino manifiesto».

Fuera de España las cosas se han visto de una forma menos problemática. El profesor Derek William Lomax escribió todo un libro titulado "The Reconquest of Spain". Consciente de la exaltación y del rechazo de que había sido objeto el tema por parte de unos y de otros, el gran hispanista inglés expresaba en las primeras líneas de su obra, con total contundencia, su punto de vista:
     
               "" La Reconquista es un marco conceptual utilizado por los historiadores. Pero, a diferencia del concepto de Edad Media, no se trata de un concepto artificial. Por el contrario, la Reconquista fue una ideología inventada por los hispano-cristianos poco después del año 711, y su realización efectiva hizo que se mantuviera desde entonces como una tradición historiográfica, convirtiéndose también en objeto de nostalgia y en un cliché retórico de los publicistas tanto tradicionales como marxistas "".

El término parecería asimismo confuso, más aún considerando el hecho de que tras el derrumbe del Califato (a comienzos del siglo XI), los reinos cristianos optaron por una política de dominio tributario -parias- sobre las Taifas en lugar de por una clara expansión hacia el sur; o las pugnas entre las diferentes coronas –y sus luchas dinásticas-, que solo alcanzaron acuerdos de colaboración contra los musulmanes en momentos puntuales.
Sin embargo, la temprana reacción en la cornisa cantábrica en contra del Islam (recordemos que Don Pelayo rechazó a los sarracenos en Covadonga apenas siete años después de que atravesaran el estrecho de Gibraltar), e incluso su rechazo del territorio actualmente francés después de la Batalla de Poitiers del año 732, pueden sustentar la idea de que la Reconquista sigue casi inmediatamente a la conquista árabe. Más aún, «gran parte de dicha cornisa cantábrica jamás llegó a ser conquistada», lo cual viene a justificar la idea de que la conquista árabe y la reconquista cristiana se superponen, por lo que podría considerarse como una sola etapa histórica, sobre todo si tenemos en cuenta que la batalla de Guadalete, la primera batalla por defender el reino visigodo en el año 711, marca el inicio de la invasión musulmana.

Escritores como Ignacio Olagüe Videla, en La Revolución islámica en Occidente (1974), consideran que la invasión militar árabe es un mito y sostienen que la creación de Al-Ándalus fue el resultado de la conversión de gran parte de la población hispana al Islam. Estas tesis han sido estudiadas por el conocido arabista González Ferrín en su obra Historia General de Al-Andalus, en la que hablando de la Reconquista dice «que en verdad nunca existió»; igualmente plantea que Al-Andalus «constituye un eslabón insustituible de la historia europea».
Las hipótesis de Olagüe no cuentan con ningún apoyo significativo en la historiografía actual. La obra de Olagüe ha sido calificada de «historia ficción» y rechazada en círculos académicos. La arqueología y los textos antiguos desmienten esta teoría, ya que son abundantes las fuentes clásicas y los restos arqueológicos que prueban que la conquista islámica fue violenta, con numerosas batallas y asedios, donde poblaciones enteras fueron exterminadas por los ejércitos islámicos, como fueron los casos de Zaragoza o Tarragona en la Conquista musulmana de la península ibérica, así mismo tanto en fuentes cristinas, como musulmanas aparecen numerosas citas acerca de los elevados impuestos especiales que han de pagar solo los no musulmanes, como la gizya, harag así como leyes que tratan en condiciones de inferioridad a los no musulmanes.
En su España invertebrada, José Ortega y Gasset, desde la filosofía, afirmaba que «Una reconquista de ocho siglos no es una reconquista». Curiosamente, se usa normalmente el término «conquista de Granada» en lugar del de «reconquista de Granada».
Algunos autores[cita requerida] propusieron con poco éxito el término alternativo de «conquista cristiana», sin las implicaciones ideológicas del término «reconquista»; no obstante, el término sigue utilizándose por especialistas y profanos para designar a ese periodo histórico.

El catedrático arabista Serafín Fanjul, en sus libros “Al-Andalus contra España” y "la quimera de Al-Andalus", desmonta los mitos de una invasión poco violenta, la idealización de la convivencia de culturas o religiones en Al-Andalus y usa el término reconquista, entendiéndolo como la recuperación por parte de las comunidades cristianas del territorio previamente cristiano invadido por los musulmanes.